Dorrego y Urquiza a eso de las diez. Ingreso al bar que Carlos frecuenta habitualmente. Lo llama “su despacho”; sentado en una mesita al fondo (cerca de los baños) el distinguido Periodista y Escritor me aguarda pacientemente. Ni bien advierto su presencia, realizo un ademan para notificar mi presencia. Ordeno “dos cortados“ y la charla comienza… Novakovich Victorio
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